Diego Torrico Díaz-Meco
3º de grado
vida religiosa y cultural en el occidente medieval
La crisis pontificia del siglo XV,
el concilio de Constanza y el conciliarismo
La crisis del siglo XV afectó al mundo político,
cultural y también religioso. El poder pontificio se adapta a estos nuevos
condicionantes, el papa, como a lo largo de la historia se adapta a los nuevos
problemas en el territorio italiano por ejemplo, marcando así su evolución.
El pontificado pasa de Aviñón hacia el renacimiento
con diversos problemas como el Cisma de Occidente o el conciliarismo, que acaba
a finales del siglo XV, observando el paso de una crisis a otra. Todo esto
afecta a la propia concepción del poder del pontificado dentro del occidente
medieval, obligando al pontífice a replantear sus aspiraciones teocráticas, que
ya habían quedado descartadas tras el pontificado de Bonifacio VIII.
Observaremos también el cambio de poder del
pontificado hacia las iglesias nacionales y como en la génesis del estado
moderno se multiplican las relaciones entre los papas y los reinos cristianos.
En cuanto a la evolución del pontificado hablaremos
de un cambio importantísimo, se pasa del papado de Aviñón a un papado de vuelta
a Roma, que se convierte en la capital del arte, la cultura…
El papado de Aviñón parte de la humillación de
Anagni el año 1303, que marca un cambio en el pontificado hacia el deterioro
respondiendo a una serie de hechos reales, perdiendo prestigio e iniciando el
sometimiento a la monarquía francesa (puesta en duda en ocasiones). Si es
cierto que se pierde el prestigio internacional, pasando a tener un peso clave
en Francia en detrimento de otros estados, sobre todo respecto a los estados
donde antiguamente intentó imponer la plenitudo
potestatis.
El pontificado de Aviñón se presentó como un exilio
(“el segundo exilio de Babilonia”), que duraría desde el año 1309 hasta el 1378.
Ciertamente se pierde la capacidad de intrusión en Italia, siendo ésta la raíz
de muchos problemas. El papa acaba en Aviñón por diversas circunstancias, tras
Benedicto XI y tras un largo interregno donde no hay acuerdo es elegido
Bretrand de Got, Clemente V, arzobispo de Burdeos, muy vinculado a la monarquía
francesa aun siendo súbdito de la monarquía inglesa; su elección pudo responder
en buena parte a la intervención francesa tras once meses de elección. Ante
Felipe IV en Lyon toma el nombre de Clemente V con una Roma revuelta contra el
poder pontificio, negándose el papa a ir.
Llevará una política contra Francia, derogando la Bulam Sancta, pero apoyándola en la
lucha contra Bonifacio VIII o la ayuda contra los templarios, aceptando los
testimonios bajo tortura.
Aviñón será un dominio pontificio al que se
incorpora el territorio colindante, a orillas del Ródano, podríamos decir que
era una ciudad muy centrada y en parte incomunicada. Hasta Gregorio XI los
papas permanecerán en Aviñón, siendo en 1378 su cenit. Su labor política será
muy activa, llevando a cabo la centralización en torno a la curia de Aviñón,
todas las instituciones que veíamos que se creaban surgen en esta época.
La visión universalista podemos decir que se pierde,
pierde la capacidad internacional pero fortalece su poder con respecto a toda
la Iglesia, siendo Aviñón el momento en que mayor auge tiene el colegio
cardenalicio, que toma conciencia de si mismo realizando juramentos para
obligar al siguiente papa a actuar de una forma determinada (si bien los papas
no podían estar sometidos de ningún modo); es también el gran momento de la
cámara apostólica, que se extiende por todo el occidente mediante la creación
de nuevos cargos de recolección y si no se encuentran los resultados esperados,
como es el caso de Castilla, se intentará con aun más fuerza. Se habla de un
papado rapaz que busca las rentas a toda costa, se tendrá la concepción de un
papado preocupadísimo por los ingresos, el engrandecimiento del palacio de
Aviñón da buena fe de esto, unido a la necesidad de crear espacio para las
nuevas instituciones. Habrá además una serie de gastos que harán que se
necesiten estos ingresos.
El pontificado tiene la necesidad de volver a Roma,
de recuperar el dominium petri
original, aplastando a ciudades sublevadas como Bolonia, conquistada por
Albornoz. Será un momento de duras críticas dada su centralización, todo el
occidente observa las rentas eclesiásticas de una forma negativa, como una
amenaza para las iglesias locales y el clero local, los grandes perjudicados de
las rentas pontificias, que aumenta así su control mediante el nombramiento de
los beneficios eclesiásticos y sus dominios gracias a las bulas, que establecen
legislación sobre los derechos del pontífice.
Crece una visión tiránica de la Iglesia, que se ve
como una usurpadora del poder político, dando pie a conflictos con el imperio
renovado en la figura de Luis de Baviera, que contara con intelectuales que
entran en el debate como Guillermo de Ockham o Marsilio de Padua, que hablarán
de la tiranía del papa, llegando el emperador incluso a nombrar a un antipapa,
Nicolás V; desde el mundo intelectual también se hablará de la cautividad del
papado, separando al mismo de la iglesia, tal como representa Petrarca.
El pontificado no es ajeno a estas críticas, muchos
no estarán contentos con ello, Juan XXII, defensor del pontificado de Aviñón
afirmará que la estancia es algo temporal pero no hay prisa por regresar e
incluso es posible su perpetuidad, de este modo, aparecerán ideas tales como “ubi est papa, ibi Roma est”. Pero esto
no es el pensamiento general, a medida que avanza el tiempo se intentará aun
más el poder volver a Roma, la caput
mundis, como demuestra Urbano V, que afirma que la vuelta a Roma es
necesaria, es incluso necesario forzar dicho regreso mediante campañas como la
de Gil de Albornoz, volviendo en 1353.
Mientras tanto continúa la política de pacificación,
buscando establecer una situación estable que permite pensar que no se volverá
a Aviñón, llegando incluso a organizar la coronación de Carlos IV,
reconciliándose así con el imperio. Sin embargo Gil de Albornoz muere y la paz
se rompe, comenzando a aumentar el nivel de revuelta provocando que el papa en
1370 se vea obligado a volver a Aviñón.
Gregorio XI volverá a afirmar que es necesario
volver a Roma apoyándose en teorías regeneracionistas que estaban surgiendo en
estos momentos como las de Catalina de Siena, comenzando la resistencia con los
legados franceses y el combate abierto con los cardenales franceses. Finalmente
el papa regresa a Roma, muchos cardenales deciden no ir con él. Parecía
definitivo, Gregorio XI muere y se convoca el cónclave en Roma finalmente.
A la muerte del papa se da una doble elección, se
elegirá en un primer momento a Urbano VI sin contar con todos los cardenales en
1378, destaca que en los momentos de la elección Roma sufre manifestaciones que
piden que se elija un papa romano o al menos italiano. Se llevan a cabo
diversas elecciones y se elige a Bartolomé Prignano, arzobispo de Bary y a
continuación el pueblo irrumpe en el cónclave sin saber que ya se ha hecho la
elección, al día siguiente se confirma la elección y Urbano VI acepta la
elección. Durante cinco meses gobernará de forma indiscutible si bien los
cardenales irán enfrentándosele de forma paulatina, relacionada a la política
de reforma que afecta a la riqueza de los cardenales y a los cargos de los
mismos, en Fondy los cardenales afirman que la elección no fue en paz, por lo
que anulan la elección, no solamente le llaman a renunciar sino que le deponen
y eligen a un nuevo papa, Roberto de Ginebra, primo del rey de Francia, ahora
titulado Clemente VII, ya hay dos papas, sendos papas irán atrayéndose a los
distintos territorios enviando sus legados para mostrarles que ellos tienen la
razón; los legados de Urbano VI ya habían estado en las diversas cortes, pero
al saberse de un papa francés muchas cambian de postor, mientras el imperio se
permanece neutral, otros incluso intentarán dilucidar qué es lo que pasó de
verdad, buscando a los cardenales que estuvieron en Roma para saber lo que
pasó, como haría el reino de Aragón.
De este modo la cristiandad se parte en dos, en
muchas ocasiones por razones políticas, Castilla por ejemplo va a cambiar la
obediencia en la medida de los acontecimientos históricos. Urbano VI muere y es
sustituido por Bonifacio IX, que vive hasta 1404, Inocencio VII y Gregorio XII
seguirán esta senda, renunciando este último al tiempo que Aviñón continúa la
sucesión, considerándose como no legítima, Clemente VII es continuado por
Benedicto XIII, que se sostendrá en el cargo.
Habrá diversas formas de solución: la via cessionis, la via transaccionis… también estaba la imposición, el recurso a la
violencia con el apoyo de los estados. La vía de la cesión, un intento de
acuerdo en pos de que cedan ambos, con Benedicto XIII se planteará también el
acuerdo, pero tampoco resultará factible al faltar Gregorio XII a la reunión en
Savona. La cuarta vía, planteada desde las universidades, es el concilio o via concilii. La situación se complica
un más, cuando Benedicto XIII y Gregorio XII intentan reunirse en Siena, cosa
que nunca sucederá, haciendo que los cardenales de ambas obediencias se planten
dadas las negativas de los papas a ceder y con el apoyo de eclesiásticos y
universidades se reúnen en Pisa, donde deponen a los dos papas y nombran a otro,
pero las monarquías no responden a este concilio, dando pie a tres papas,
Alejandro V sería el tercero en discordia.
Finalmente se dará una imposición conciliarista, vía
propuesta por la Universidad de París mediante figuras como Jean Gerson, pero
hay que hacerlo bien, es necesario que todos los papas renuncien. Segismundo de
Luxemburgo convencerá a los diversos territorios para que todos los territorios
acepten el concilio de Constanza, que abre sus puertas en 1414, donde comienzan
a acudir delegados pero no se hace nada respecto al pontificado hasta que todos
los reinos occidentales estén reunidos. Se depone a Juan XXIII y Gregorio XII
va a renunciar aparentemente de forma libre, sin embargo Benedicto XIII se
niega a ser depuesto, haciendo que los reinos castellano leoneses y Aragón
entren en conflicto, dando pie al diálogo con estas naciones, Segismundo y
Fernando se entrevistan en Perpiñán y finalmente los reinos hispanos acuden a
Constanza deponiendo a Benedicto XIII, el último que quedaba.
De este modo se llega a la nueva elección, habiendo
decretado el mismo concilio que el papa Luna era un hereje. La vía conciliar se
acepta, se entiende su superioridad, el decreto sacrosancta, y se establece una forma conciliar periódica, una frequens, siendo una forma superior al
papa con una serie de competencias, cinco años después observaremos este deseo
de continuidad dándose uno cada siete años con el fin de reformar a la Iglesia.
La elección de Martín V cierra así el concilio, dicha elección respondería a
los consejos de universitarios como el cardenal Francisco Zabarella ayudado por
otros como Pierre d’Ailly. Otra dimensión del conflicto fue su labor como
conductora de procesos heréticos, en este caso del de John Wiclyff, Johanes
Huss o Juan Petit
De este modo podemos decir que nace el
conciliarismo, con germen en el siglo XIV tras la aparición de nuevas ideas
políticas (de un origen más antiguo, como es Aristóteles) como es el origen
ascendente del poder, determinando al pueblo como artífice de este poder,
gracias a intermediarios como Marisilio de Padua o Bartolo de Sassoferrato, que
decretan que la Iglesia es el conjunto de los cristianos, tal como demuestra la
Iglesia primitiva, el conjunto de los cristianos es superior al papa, actuando
mediante los mediadores de la cristiandad reunidos mediante el concilio, un
poder superior a la propia Iglesia apoyándose en los antiguos concilios o la
patrística, que reflejan al mismo tiempo las nuevas ideas nacidas en las
universidades.
Esta es, sin duda, la respuesta a la monarquía
pontificia, apoyada en muchos casos por la propia Iglesia y la curia. El
conciliarismo está presente ya en Constanza, al que acuden los obispos, los
eclesiásticos y también muchos universitarios imbuidos de esta concepción del
concilio. Con el cierre de Constanza no se pone fin a esta reforma,
sencillamente se deja para el siguiente, es decir, el concilio de Pavía/Siena,
celebrado en el año 1423, donde se plantean los primeros intentos de reforma,
la capacidad de control del pontificado dentro de un concilio en territorio
italiano, por ejemplo, orquestando el fin del concilio al elegir una nueva sede
para el siguiente concilio, dando pie al concilio con Aragón, enfrentando con
el papado por Sicilia. El papa envía a Malatesta para cerrar el concilio de una
forma incluso violenta, de este modo el papa pone fin al concilio, pero no al
debate, con Juan Alfonso de Segovia como uno de estos seguidores del
conciliarismo o Juan de Torquemada como seguidor del papado.
La nueva sede para el concilio sería en Basilea,
reduciendo el poder de influencia del papa, dando pie al conflicto en 1431.
Eugenio IV se encuentra ya con un concilio montado, intentando trasladarlo a
Ferrara, cuestión que no se acepta, llegando incluso a amenazar a Eugenio IV,
que se ve solo contra las monarquías que apoyan a Basilea. Eugenio IV intentará
ganarse a las monarquías así como a la Iglesia griega, llevándose el concilio a
Ferrara, pero no se aceptará, se ofrecerán otras como Aviñón o Basilea,
finalmente se dará la ruptura y tras exponer el papa sus demandas en un Liber Apologeticus, el concilio se
llevará a Ferrara en el año 1437, llevando al concilio de Basilea a deponer a
Eugenio IV en pos de Félix V, sin embargo el papa ya se había granjeado a las
monarquías, que no acudirían sin embargo a Ferrara, aceptan como legítimo el de
Basilea, pero no aceptan que el concilio deponga el papa. El concilio de
Basilea al mismo tiempo eligen a un antipapa, pero a éste apenas nadie le
obedece, el concilio es incapaz de atraer el poder regio, cuyos intereses están
más en la línea del pontífice. Nuevamente el imperio intentará mediar, dando
pie al fin del conflicto en 1447. En dicho concilio se tratarían también
cuestiones como la reivindicación de las Islas Canarias por Castilla y León
frente a Portugal gracias a Alonso de Cartagena.
Félix V va a
abdicar y se elige Nicolás V al tiempo que Eugenio IV ha muerto y la misma Roma
había elegido también a Nicolás V, llevando al fin del conciliarismo. Dicha actitud
se vio reforzada por Pio II, quien en 1460 afirmó que solo el papa podía
convocar concilios, cualquier otro sería excomulgado.
Nos vamos a encontrar con que el poder en la Iglesia
va a trasladarse, se habla del paso de la monarquía pontificia a las monarquías
nacionales, que favorecen esta situación de cisma y el conciliarismo, favorecen
también a las Iglesias nacionales por diversas vías como los sínodos nacionales
como en Francia o Castilla (atendiendo a ejemplos como el de Medina del Campo).
El fin del cisma irá aun a más, las monarquías
llegarán a retirar la confianza a los papas como harán Francia, Castilla o
Inglaterra de mutuo acuerdo, mientras no obedecen a ningún papa el rey se
convierte en la cabeza de su iglesia. Destaca también la importancia de la
representación de las naciones en los concilios, las naciones consiguen tener
representantes en el cónclave, que es distinto al entrar representantes de las
monarquías, de carácter laico, pero aceptado. Tras el concilio de Constanza
comienzan a firmarse una serie de concordatos como en los reinos peninsulares o
en Germania. Que los concilios se conviertan en auténticos campos de batalla
hacen que también los poderes laicos ganen importancia.
La consecuencia, tras la pragmática sanción Carlos
VII se presentará como guardián de los derechos de la Iglesia francesa, dando
pie a una alianza entre la monarquía y la iglesia de su país. En Inglaterra en
el siglo XIV el act of provision y el
statut of praemoniet se establecía
que ninguna autoridad fuera de Inglaterra tenía más autoridad que el rey,
incluyendo por supuesto al papa y con el cisma irán a más, cuando se retire la
obediencia al papa de roma el rey se convierte en la cabeza de la iglesia
nacional. En Alemania el arzobispo de Maguncia, Dietrich von Erbach, la cabeza
de la iglesia alemana, defenderá la autonomía de la iglesia alemana. En los
reinos hispanos se firma también un concordato donde se ponen límites a las
acciones pontificias y se establece la negociación como la forma de llegar a
acuerdos, por medio de la negociación se irán incrementando las prerrogativas
de los reyes en las intervenciones eclesiásticas, la toma de rentas… la
negociación es la fórmula para controlar aun más a la Iglesia evitando así la
acción del pontificado.
El pontificado por su parte ante estas iglesias
nacionales pierde la capacidad de intervención internacional. Sin embargo el
pontificado volverá a recursos desesperados como la recurrente idea de la
cruzada, un ejemplo de universalismo, ante el avance turco y la toma de
Constantinopla en 1453, así como la amenaza sobre los Balcanes; algunas
cruzadas llegarán a convocarse como la cruzada de Belgrado, de tipo más bien
económica, consiguiendo defender Belgrado; Pio II morirá al ir en busca de la
cruzada y habrá intensos debates para llevar a cabo estas cruzadas, llegando el
mismo papa a incluirse en las mismas para presentarse como cabezas de la
cristiandad. Sin embargo también tenían problemas en casa, la política italiana
se muestra efervescente ante las pretensiones papales aun sin negarle su
superioridad espiritual. Alejandro VI o Julio II mostrarán como la gran
preocupación política pacificar Italia mediante alianzas con las repúblicas,
mediante la mediación de personajes como Cesar Borgia, que buscarán la
obediencia de estos territorios al papa. Los poderes soberanos tendrán sin
embargo victorias significativas frente a esta capacidad de negociación, por lo
que irán ampliando su capacidad de acción respecto a los debates entre justicia
regia y justicia divina, las iniciativas de reforma acordes al interés de la
monarquía (respecto a las órdenes monásticas por ejemplo).
No se opondrán de este modo las instituciones del
estado y la iglesia, sino que incluso cooperan, la religión es una forma de
encuadramiento, se va a utilizar la religión como una forma de integrar, es una
forma de representación o de movimiento político no solo fomentado por las
monarquías, que comenzarán por ejemplo a atenerse a ciertos santos nacionales,
también buscarán la uniformidad religiosa que traerán consigo la expulsión de
otras religiones o las herejías, como la de los husitas, que crean una visión
del “otro” planificada tanto por la monarquía como por el papado, si se amenaza
la homogeneidad se amenaza también la cohesión del estado. La brujería por
ejemplo también será un problema típico de la baja edad media, nacido con Juan
XXII (autor de Super illius specula) ante
los problemas de centro Europa, comenzando la movilización general en el siglo
XV con tratados como los de Jean de Vineti, Nicolas Jacquier, Sprenger y Kramer
con el Malleus malleficarum, que
impondrán una visión por así decirlo “actual” de la bruja que resulta la
perfecta cabeza de turco respecto a los problemas de la comunidad, vistas como
una amenaza al seno de la cristiandad que ha de erradicarse mediante la ayuda
de los estados a la inquisición.
Destacamos sin embargo el problema judío. Desde el
siglo XIII avanza la idea de unidad religiosa como algo que favorece la
cohesión, es un bien político a fin de cuentas. Esto afecta cuando hay otra
religión presente, los judíos estaban por toda Europa, empieza a ser
generalizado las expulsiones, las conversiones, los ataques… en Inglaterra
Eduardo I prohíbe el ejercicio del préstamo a los judíos, en 1290 establece la
definitiva expulsión de estos judíos que se van a Francia, donde sufrirán las
actitudes antisemitas y las medidas discriminatorias aprobadas incluso por los
papas (confinamiento en barrios, arrinconamiento social…), ligadas a la
violencia contra esta etnia, en 1370 aumenta la violencia que lleva a la
expulsión definitiva en 1394. En Alemania también a finales del siglo XIV
coincidiendo con el cisma y los problemas políticos de occidente, aumenta la
violencia reduciendo las comunidades judías, menos aun tras las medidas locales
de expulsión, desplazando esta población hacia el Báltico y Polonia. En la
Península Ibérica observamos una situación peculiar, los judios son súbditos
directos del rey, no de los señores, hay concesiones raras, pero son la
excepción que cumple la norma; a finales del siglo XIV comienza la violencia
antijudaica en 1390 destacando el foco sevillano buscando la conversión con figuras como
Vicente Ferrer, exaltador de la violencia; los ataques de 1391 se expanden por
toda la península, destruyendo juderías y trayendo numerosas conversiones
forzadas comenzando así el problema converso, prácticamente desde el principio
se van a dudar de las conversiones y su sinceridad, surgiendo el miedo al falso
converso, mientras tanto la población judía se pacifica aun atendiendo a las
medidas pontificias sobre el control de los judíos, que no se cumplen en
Castilla, al fin y al cabo los judíos eran grandes valedores financieros de la
monarquía, que intentará protegerlos;
sin embargo a finales de la Edad Media los judíos se convierten en el problema
en relación a los conversos, se les consideraba que eran un peligro para los
convertidos y su nueva fe por lo que finalmente en 1492 se decreta la expulsión
de los judíos en pos de defender a los nuevos cristianos, este mismo problema
se repetirá con los musulmanes y los mudéjares. Muchos judíos irán a Portugal,
pero también serán expulsados, por lo que muchos partirán a África, el
Mediterráneo o incluso a los Países Bajos. De este modo comienza la idea de un
rey, una religión, la religión del soberano es la de su pueblo, cuestión muy
presente en la reforma o en las guerras religiosas en Francia.
Bibliografía
GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel. historia religiosa del occidente medieval. Editorial Akal, Madrid, 2012
GARCÍA DE CORTÁZAR, José Ángel y SESMA MUÑOZ, José Ángel. Manual de HIstoria Medieval. Alianza Editorial, Madrid, 2008.
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