Pablo Díaz Gutiérrez.
Dos son los aspectos principales que se han tratado en la clase del día 11 de marzo, en primer lugar el papel del Imperio Carolingio en la extensión del cristianismo a los pueblos de su entorno así como las novedades y reformas en el mundo eclesiástico y, por otra parte el llamado "Renacimiento Carolingio".
Durante el Imperio Carolingio se llevaron a cabo una serie de iniciativas por parte del poder político para la extensión y evangelización del cristianismo. Estas iniciativas eran parte de la política imperial, y se enfocaron hacia diversos pueblos no cristianizados del entorno imperial, lo que llevará en ocasiones a conflictos políticos con el Imperio Bizantino por la determinación de los límites de influencia en la evangelización de estos pueblos. Esta "obligación" de los poderes carolingios de extender y proteger el cristianismo la podemos ver en su modelo de monarquía y sus transformaciones ya desde el siglo VIII. El rey es "rex et sacerdos" y esta autoridad regia lleva a cabo iniciativas de expansión del cristianismo y de intervención en la Iglesia. Además, existe una tradición de relaciones entre la monarquía franca y el pontificado desde la legitimación de Pipino el Breve.
Para explicar la evangelización de los pueblos europeos próximos al Imperio también podemos mencionar la transformación de la monarquía nacional carolingia en una monarquía plurinacional, ya que el territorio imperial abarca una gran cantidad de pueblos debido a la expansión oriental. A los elementos germanos y romanos se añaden una gran cantidad de pueblos, sin embargo, la evangelización no irá sólo encaminada a los que se encuentran dentro de las propias fronteras, sino que también se enviarán misiones fuera. A los que se dirige la cristianización serán:
Los sajones, que no estaban cristianizados y cuya evangelización comenzará a partir del año 772, aunque con antecedentes, por iniciativa regia. Se trata de una evangelización paulatina y con muchas resistencias, asociada muchas veces a las propias conquistas militares. Se destruirán lugares simbólicos paganos y se sustituirán por símbolos cristianos. La legislación regia, mediante capitulares, imponía la pena de muerte para los que se resistiesen a estas conversiones, aun así, la imposición será muy lenta entre la población sajona debido a esta notable resistencia, por lo que hasta el siglo IX no se completará e incluso a finales de este siglo se tiene noticias de algunos casos de paganismo.
En el caso de la zona de Bohemia y Moravia, se envían misiones desde Ratisbona desde mediados del siglo IX. En el año 845 se produce en primer bautismo de nobles. Destaca la figura de Borivoj I de Bohemia, impulsor del cristianismo en esta zona. El y su familia se convertirán en símbolo del cristianismo "nacional" bohemio. La evangelización es un proceso lento, pero encuentra menos resistencia que en el caso sajón. Posteriormente se producirá la conversión de las clases altas de la sociedad, la fundación de obispados y en el 970 la primera fundación de un monasterio bohemio.
También en el territorio eslovaco, que desde el año 796 formaba parte del Imperio Franco, se enviaron misiones de cristianización. En este territorio la influencia será mixta ya que también el Imperio Bizantino envió misiones de la Iglesia Oriental para la evangelización, por lo que en esta zona se producirá una lucha entre ambas iglesias por el control.
En Polonia se produce de nuevo una expansión del cristianismo fomentada por el poder político, que parte, religiosamente, del territorio moravo. Tienen en esta cristianización un papel muy importante las jerarquías locales. Mieszko I funda el primer obispado polaco en Poznan. Se produce una conversión de las élites y la conversión del propio Mieszko, lo que favorece la expansión del cristianismo. Esta expansión se verá fuertemente impulsada por la política imperial de los otónidas, y tendrá un gran desarrollo con las figuras de Otón III y Silvestre II.
Otro de los territorios en el que nos encontramos una influencia tanto de la Iglesia Oriental como de la Occidental es en Croacia. En esta zona existía una notable diversidad étnica, se trataba de un conglomerado de tribus eslavas, pero también había provincias de población de origen romano (dálmatas). Ya en el siglo VII había habido misiones precedentes, y en el siglo VIII se da un gran impulso a la evangelización por parte de los bizantinos. En el año 925, la conversión del príncipe Tomislav supuso el acercamiento definitivo a la Iglesia Occidental, mientras que Serbia se aproximará a la Oriental.
En el caso de los húngaros, nos encontramos con un territorio previamente cristianizado, en el que se habían asentado lombardos y ostrogodos y donde ya habían existido misiones orientales y occidentales. El asentamiento de los húngaros se produce tras la derrota de estos frente a Otón I. La cristianización de los húngaros es paulatina y las misiones provienen de Alemania, sobre todo de la zona bávara. Como sucedía en Polonia, estas misiones tienen el apoyo de las jerarquías locales. Esteban I, hijo de Geza, casado con Gisela de Baviera, se convirtió al cristianismo y fundó una sede regia cristiana. Fue apoyado por Otón III y Silvestre II y sobre la figura de Esteban se formará una mística nacional húngara.
En la zona escandinava nos encontramos una introducción del cristianismo diversa según las zonas y también diferencias cronológicas. Los tres pueblos principales que habitaban esta zona eran los noruegos, los daneses y los suecos, y el cristianismo entrará de forma distinta en cada uno de ellos. En el caso danés, la cristianización se hace desde el sur, con la creación de obispados desde mediados del siglo IX. En el año 960 con Harald se produce la cristianización de la casa real. Canuto el Grande culminará la conversión. Desde Dinamarca se expandirá el cristianismo en el norte de Europa. Se intenta imponer la religión cristiana en Noruega, incluso por la fuerza, y a mediados del siglo XII se creará la primera provincia eclesiástica noruega. En Suecia se da una entrada paulatina del cristianismo mediante la influencia desde Dinamarca y posteriormente desde Noruega. Esta entrada provocará un conflicto entre cristianos y paganos que desembocara en una guerra civil en el año 1066 en el que se enfrentarán un candidato al trono, de religión cristiana y otro, pagano.
Una vez vistos estos espacios de expansión cristiana, hemos tratado también las reformas en la Iglesia que se llevaron a cabo durante el periodo Carolingio. Estos cambios los podemos ver en la vida eclesiástica, por ejemplo en la imposición del celibato entre los eclesiásticos, que, aunque no se impone definitivamente, si es aceptado como la situación normal del clero dentro del Imperio.También asistimos a cambios en la imposición del orden sacerdotal, con la toma del abito como algo importante, en ocasiones simbólico, ya que no siempre lo llevaban, pero que si afectó a la religiosidad de la nobleza, ya que la toma del abito no era algo extraño en los momentos finales de la vida de estos nobles. Además, vemos la extensión de la red parroquial como forma de organización en el Imperio, que se acabará extendiendo por el territorio cristiano occidental. Junto con estos cambios, se homogeneiza el ritual, extendiéndose paulatinamente el ritual romano por el territorio imperial. Esto sucede gracias a una política activa por parte del poder imperial, sobre todo desde tiempos de Ludovico I, que hace copiar los libros litúrgicos para la imposición del rito romano. Surgen algunas resistencias a esta imposición sobre todo en los ámbitos más lejanos al Imperio, la Península Ibérica e Inglaterra. En relación con lo anterior, se renueva el canto litúrgico, así como las tipologías de las iglesias, la música, etc. Se generaliza en esta época el bautismo de niños, se extiende la penitencia, por influencia celta y se ritualiza el matrimonio como acto religioso.
Se produce una cristianización de la vida, con el impulso de las fiestas, las devociones, el culto a los santos, la cruz, etc. Todo ello gracias al impulso imperial. Este poder imperial tiene un poder efectivo sobre la vida religiosa, son ellos los que nombran a los poderes eclesiásticos, imponen ayunos y oraciones, todo esto mediante la legislación imperial y las capitulares. Esta situación irá cambiando debido a la progresiva feudalización del Imperio y el control de los nobles sobre las iglesias de sus territorios.
Una vez visto este papel religioso del Imperio, pasamos a la faceta cultural con el análisis del denominado Renacimiento Carolingio. Este concepto muchas veces es aplicado a la época carolingia y se trataría del primero de los "renacimientos" medievales, entendidos como una recuperación del pasado, del saber y el conocimiento de la antigüedad.
Ya desde el siglo XV se habla de este "intento" de renacimiento de Carlomagno como concepto, y en el siglo XX se produce un debate sobre él. Se planteará si el término es correcto y aparecerán algunas posturas escépticas. Los que defienden que el término es idóneo lo hacen por una serie de características de este Renacimiento, por ejemplo, la existencia en ese mismo momento de una conciencia de estar en una época de decadencia cultural y la aplicación de una política por parte de Carlomagno encaminada a cambiar esta situación mediante la recuperación de los textos de autores clásicos. Otras posturas, como la de Le Goff son más escépticas con el término ya que se trataría de un movimiento casi exclusivamente eclesiástico, hecho por clérigos para clérigos y sobre todo, hay un escepticismo en cuanto a sus resultados, ya que se trata de recuperación y continuación de los autores clásicos y las ideas son poco innovadoras.
Los antecedentes de este Renacimiento los podemos encontrar en las reformas monásticas, impulsadas por la realeza franca, que sentará las bases del moviemiento. Pipino II fundará una serie de monasterios para la evangelización con la cooperación de Bonifacio I. Carlos Martel continuará con el apoyo a Bonifacio y tendrá una preocupación por la educación, sobre todo de sus hijos. La infraestructura cultural franca estaba muy deteriorada y se produjo la desaparición generalizada de las escuelas eclesiásticas y la disgregación de las bibliotecas, lo que supuso una disgregación del conocimiento y del saber. La abadía de Saint Denis sería la excepción ya que mantiene la escuela monástica y una biblioteca de cierta entidad, por lo que será elegida por Carlos Martel para la educación de sus hijos. Pipino el Breve continuará con esa política y emprenderá otras tendentes hacia la reforma cultural, como el contacto con otros pueblos germanos y la "importación de los sabios" de esos pueblos.
Con Carlomagno se continúa con estas políticas y realiza una labor de mecenazgo, entrando en contacto con personajes culturalmente relevantes que en ocasiones atrae a la corte. En el año 774 conoce a Pedro de Pisa, que le enseña latín, en el 776 a Paulino de Aquilea, conocedor de la cultura latina pagana y cristiana y en 781 conoce a Alcuino de York, pieza fundamental del Renacimiento Carolingio. Carlomagno mostraba un gran interés por la cultura, un interés tanto religioso como político. El interés religioso enfocado a mejorar el conocimiento de la fe, teniendo conciencia de ser el principal poder de la cristiandad y el interés político para el beneficio de su administración, reformando la escritura y fijando las leyes por escrito. Se unifica la letra en un único tipo en todo el Imperio, la minúscula carolina, con una función administrativa pero que también tendrá un importantísimo papel cultural. Se crearon también centros educativos, como la Escuela Palatina, la Academia, que servía de centro de organización de la cultura del Imperio, y la fundación de escuelas monásticas y eclesiásticas. Estas escuelas, por medio de la capitular de la Admonitio Generalis del año 785 debían abrirse a todos, aunque no consiguió su objetivo de educar a los niños. También se fomentó el cuidado por los libros religiosos, por la corrección y la revisión de estos por parte de personas con conocimientos en la materia.
A modo de conclusión, se puede decir, que la monarquía de Carlomagno favoreció un ambiente bastante propicio para el desarrollo de la cultura, aunque se puede dudar de que este fuera el objetivo pensado por el monarca o simplemente el resultado de unas políticas encaminadas a la mejor preparación de sus funcionarios y a combatir la ignorancia reinante en el clero de la época. Además, la escasez de medios tanto humanos (poca formación de los clérigos) como materiales (escasez de libros) hizo que los resultados culturales del Renacimiento Carolingio fueran muy escasos. Mi opinión es que el Renacimiento Carolingio fue un movimiento sustancialmente clerical.
Buen y pormenorizado trabajo de lo visto en clase. La visión personal tal vez queda un poco colgada al faltarle un basamento mayor de lo visto en clase, y hubiese sido interesante añadir alguna referencia. En esa visión de excesivo clericalismo de la reforma sin duda la obra de Le Goff habría sido de gran ayuda. Podemos estar de acuerdo en ello, pero ¿y los miembros y los logros no religiosos? Solamente los éxitos materiales (fundación de escuelas, bibliotecas, copias de manuscritos, unificación de la letra...) son lo suficientemente importantes para la posteridad como para que tenga un valor extraordinario. Tal vez el objetivo político de todo ello esté en la base, cierto, pero, y lanzo de nuevo una pregunta a la que cualquiera puede contestar ¿en sus colaboradores existía esa preocupación utilitarista o sí había un interés por fomentar e incrementar la cultura? Pensemos en el caso de Alcuino...
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